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Naranja amarga, feudo-partido

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Naranja amarga, feudo-partido

La elección presidencial de junio próximo en México es entre dos opciones. Por un lado, el oficialismo de AMLO que implica una regresión democrática. Por el otro, el resto de mexicanos que se resisten a volver al autoritarismo. En este escenario de alta polarización, sin embargo, existe un partido que intenta rehabilitar y ocupar el centro político. Un disparate considerando que la mayoría de los votantes se inclinan hacia los extremos, y muy pocos se encuentran en el medio. Este partido es el Movimiento Ciudadano (MC), antes conocido como Convergencia —palabra que ha caído en desuso, pero que era de rigeur en el léxico político del siglo pasado. Las probabilidades de MC de ganar en junio son cercanas a cero, y su presencia en la boleta de junio se antoja como un proyecto quijotesco, inoportuno, y destinado al fracaso.

Las probabilidades de MC de ganar en junio son cercanas a cero, y su presencia en la boleta de junio se antoja como un proyecto quijotesco, inoportuno, y destinado al fracaso.

Si me refiero a MC en este espacio, es porque tiene el sello de una forma de hacer política que en el largo plazo debiera preocuparnos: tiene el potencial de convertirse en un partido populista de derecha que contribuya al retroceso democrático que vivimos. Eso se desprende de observar la forma de conducirse de su miembro más destacado: el gobernador de Nuevo León, Samuel García. Tal como la actual administración de AMLO, que muestra un desdén por los límites que impone la ley y promueve un poder ejecutivo descontrolado, García también avanza sobre los mismos pasos.

Movimiento Ciudadano (MC) tiene el potencial de convertirse en un partido populista de derecha que contribuya al retroceso democrático que vivimos.

En primer lugar, es importante entender que la idea de MC como partido de centro es una impostura. En realidad, es un partido-feudo controlado por un veterano político mexicano: Dante Delgado Rannauro. Delgado abandonó el PRI en 1995 cuando este partido estaba al borde de perder su estatus de partido hegemónico. Conociendo el sistema político desde adentro, supo abandonar el barco a tiempo y aprovechar las oportunidades que ofrecía la democratización del país. Y lo hizo en el momento más adecuado: la reforma electoral de 1996 estableció un aumento masivo en el financiamiento público a los partidos políticos, pasando de 596 millones de pesos en 1996 a 2,111 millones de pesos en 1997. Ese año Delgado fundó su partido, que a larga se ha mostrado como un verdadera mina de oro.

Es importante entender que la idea de MC como partido de centro es una impostura.

Ahora bien, considerando que la política es, ante todo, un juego de engaño y ficción, vale ir más allá de lo evidente y examinar la impostura de MC. Si lo hacemos, podemos ver que este partido, que pretende ubicarse en el centro político, confunde la cercanía social con la chabacanería. Volvamos la vista de nuevo al caso del gobernador Samuel García, cuyas cartas políticas son su supuesta juventud (36 años) y una llaneza en su habla de pretendido estilo ranchero. Más allá de estos estilos y postureos, García se destaca por gobernar más para obtener popularidad en las redes sociales que para el verdadero beneficio de su estado. Su lema “Ya llegó lo nuevo” ha sido tan repetido que resulta cansino: todo lo que toca es presentado como nuevo, todo lo que lo rodea es nuevo, y todo lo que dice es nuevo. Incluso ha llegado al punto del humor involuntario al llamar a su estado “Nuevo Nuevo León”, sugiriendo un lugar donde lo nuevo y la juventud dominan por encima de cualquier otra consideración.

La política es, ante todo, un juego de engaño y ficción, vale ir más allá de lo evidente y examinar la impostura de MC como un nuevo partido de centro formado por jóvenes.

Al escuchar a García, surgen reflexiones sobre las ideas de Fernando Savater acerca de la madurez. Claro que la juventud tiene ciertas ventajas cinéticas, y que sin duda es un efímero tesoro como se lamenta Rubén Darío. Pero, y esto solo lo enseña el tiempo, la juventud no se compara con la madurez: la capacidad de pensar en sosiego, a salvo ya de pasiones juveniles. Alcanzar la madurez proporciona además la perspectiva y la memoria necesarias para no ser deslumbrados por espejismos generacionales. En palabras de Savater: “hemos visto pasar a bastantes olas de jóvenes y por tanto no nos maravillamos ante los actuales, como quisieran los que suponen que el mundo empieza con ellos…” La madurez es además el fundamento ni más ni menos de la idea de un Senado en una república, donde los ancianos aportan su experiencia y los jóvenes callan y escuchan. Desde cierto punto de vista, y con todas las salvedades que esto implica, la juventud en política está claramente sobrevalorada.

Alcanzar la madurez proporciona la perspectiva y la memoria necesarias para no ser deslumbrados por espejismos generacionales.

Es importante aclarar que ni la juventud ni ningún tipo de actuación superficial implican de antemano un retroceso democrático. Lo que realmente preocupa de MC no es la edad de sus miembros ni su estilo, sino la aparente falta de compromiso con la democracia y su abusivo uso de las redes sociales, algo que García muestra claramente. En cuanto a lo primero, basta con recordar el lamentable espectáculo que protagonizó en diciembre pasado cuando dudaba en competir por la presidencia de México. En cuanto al segundo aspecto, es relevante considerar que uno de los principales activos políticos de García es su esposa, la influencer Mariana Rodríguez Cantú, quien además es candidata a la alcaldía de Monterrey, la capital del estado. Rodríguez Cantú le presta a su esposo su influencia y seguidores en las redes sociales. Si bien es cierto que está en todo su derecho de competir por un cargo público, es importante señalar que lo hace desde una posición privilegiada como esposa del gobernador. Hay límites que no deberíamos cruzar, y cosas que no debemos hacer, incluso si tenemos la capacidad de hacerlo y son perfectamente legales.

Lo que realmente preocupa de MC no es la edad de sus miembros ni su estilo, sino la aparente falta de compromiso con la democracia y sus reglas.

Creo observar similitudes en estos personajes con lo que Manuel Meléndez-Sánchez describe en su brillante texto titulado “Autoritarismo Milenial en El Salvador“: “El autoritarismo milenial se basa en un amplio descontento público con la democracia y en el fácil acceso a las redes sociales. Ambos son generalizados en América Latina: Según la encuesta Latinobarómetro de 2018, solo el 24.4 por ciento de los latinoamericanos están completamente o en su mayoría satisfechos con la democracia en sus países, y el 70.9 por ciento son usuarios activos en las redes sociales.” Efectivamente, García y MC buscan aprovechar la insatisfacción con la democracia y el status quo partidista a través de un uso astuto de las redes sociales. En estas plataformas, el mensaje es preocupante: un populismo de derecha chabacano, acompañado de un marcado desprecio hacia el pasado, al que han convertido en un espantajo. Un pasado, por cierto, que parecen desconocer.

García y MC buscan aprovechar la insatisfacción con la democracia y el status quo partidista a través de un uso astuto de las redes sociales.

Ya para qué seguir. En resumen, hace falta un movimiento ciudadano en México, pero no este. MC es un partido feudo y, peor aún, es el huevo de la serpiente de un nuevo populismo en México, esta vez venido del norte del país y recubierto de un sentimentalismo ordinario, que sólo busca el aplauso fácil.

Ah, por cierto: el candidato de MC para estas elecciones es un tal Álvarez, que en su casa lo conocen y le hablan de tú.

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