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Partidos-feudo en México

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Partidos-feudo en México

El sistema de partidos en México está en grave crisis. En otro espacio señalé que esto se debe a dos problemas principales: alianzas entre partidos de signo político distinto y polarización en torno a una figura caudillista. En esta ocasión, quiero referirme a otro problema, conectado con el segundo aspecto: hay una alarmante presencia de partidos pequeños que no han logrado institucionalizar su vida pública y son feudo de un individuo o familia. Me refiero en particular a Movimiento Ciudadano (MC) de Dante Delgado, el Partido del Trabajo (PT) de Alberto Anaya, y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) de los González Torres.

Hay una alarmante presencia de partidos-feudo que pertenecen a un individuo o familia.

¿Qué explica el surgimiento y supervivencia de estos partidos en México?

Por principio, digamos que las dinastías familiares en política no son un problema. No es ese el punto que estoy haciendo. Por el contrario, me parece incluso natural que haya familias cuyos miembros alcancen posiciones de poder generación tras generación. A los votantes eso les encanta. Ahí están los Kennedy, los Bush o los Trudeau. No, yo estoy hablando de individuos o familias que controlan el partido, como los casos referidos arriba.

En principio, las dinastías familiares en política no son un problema.

En el caso de nuestro país, este problema existe, me parece, por un problema de diseño institucional que por una parte dificulta enormemente la aparición de nuevos partidos y, por otra, facilita que los existentes se perpetúen gracias a un generoso financiamiento público a pesar de cosechar magros apoyos electorales.

Este es un problema de diseño institucional.

Si lo tuviera que poner en un léxico de economista, la actual legislación electoral en México es una legislación proteccionista y subsidiaria que permite que los partidos grandes y chicos actúen como un cartel que monopoliza el financiamiento público. En este cartel, los partidos chicos pueden ser fácilmente dominados por sus fundadores que al final actúan como sus dueños.

Hay una legislación proteccionista y subsidiaria que permite a los partidos actuar como un cartel.

Dirán, ¿y cuál es el problema? Bueno, pues el problema es que tenemos partidos rémora que, debido a su diminuto tamaño, evitan la rendición de cuentas como sí se les exige a los partidos grandes. Al navegar bajo la bandera de chiquillada, se ubican fuera del escrutinio público cuando deberían estar siendo severamente auditados.

Al navegar bajo la bandera de chiquillada, se ubican fuera del escrutinio público.

Por otro lado, estos partiditos, gracias al proteccionismo que les brindan las leyes electorales, han encontrado un modus vivendi bastante cómodo. No se esfuerzan realmente por ganar elecciones o atraer nueva sangre a sus filas, sino que utilizan el presupuesto que reciben para mantener a su clientela, con lo que les alcanza para ganar un 5%, para después vender su apoyo al mejor postor. Un negocio redondo. Ahí está el caso del PVEM, aliado del PAN en 2000, del PRI en 2006 y 2012, y ahora de MORENA.

No se esfuerzan realmente por ganar elecciones o atraer nueva sangre a sus filas.

En cierto modo, estos partidos, gracias al proteccionismo que tienen y al generoso financiamiento que reciben, ocupan un espacio en el espectro político desproporcionado. No sabemos realmente si sobrevivirían fuera de este ecosistema tan protegido que ellos mismos han creado.

No sabemos realmente si sobrevivirían fuera de este ecosistema tan protegido.

Ahora bien, ¿qué hacer ante esta fallo institucional? ¿Cómo corregirlo? Complicado. Han pasado años y estos señores han atado y bien atado sus prerrogativas. Recordemos además que estamos frente a un sistema de partidos que actúa como cartel y que encima son legisladores. Es decir, son juez y parte. Quedan dos opciones. Una, que los votantes los rechacen en las urnas, pero igual les basta con el 5% de su clientela, cifra muy asequible para ellos dado el generoso presupuesto público que reciben. Dos, y más factible, que los partidos grandes no acepten más a estos partidos rémora en alianza. Aquí lo complicado es que en una situación de alta competencia, un 5% bien puede definir una elección.

Han pasado años y estos señores han atado y bien atado sus prerrogativas

Me temo pues que estamos ante un círculo vicioso. Ventajas de ser pequeño y en apariencia insignificante: te puedes salir con la tuya una y otra vez. Pobre país.

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