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AMLO en modo candidato oficialista

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AMLO en modo candidato oficialista

Zócalo de la Ciudad de México, 26 de febrero de 2023. Queda claro que las elecciones de 2024 ya están en marcha. Fue el mismo presidente Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO) quien se encargó de echarlas a andar con su “reforma electoral”, que no es otra cosa que un burdo intento de poner al Instituto Nacional Electoral (INE) bajo su órbita de influencia. Estamos ya pues en plenas campañas políticas, y qué mejor prueba de ello que los insultos que AMLO profiera día con día al INE y sus consejeros. Para los no iniciados, lo que hay que entender es que las campañas son el espacio donde AMLO se siente realmente cómodo: en mítines callejeros al rayo del sol y elevando su voz para censurar a sus adversarios. Es lo que sabe y le gusta hacer.

Las elecciones presidenciales de 2024 ya están en marcha y fue el mismo AMLO el que se encargó de echarlas a andar con su desafortunada “reforma electoral”.

Hay, sin embargo, otra faceta de AMLO más oscura y que con el poder que hoy ostenta nos puede llevar a un quiebre constitucional: para él las elecciones no son simplemente un evento más en el calendario político. Lejos de ello. Para AMLO las elecciones siempre han sido un paréntesis de autoridad, un entremés entre gobiernos donde impera la lógica del vale todo, un río revuelto en el que la ganancia se pelea cuerpo a cuerpo y centímetro a centímetro. Por ello es que a este presidente la legalidad electoral le queda chica: porque para él las reglas de la democracia son simplemente una serie de sugerencias.

Para AMLO las elecciones no son simplemente un evento más en el calendario político sino un paréntesis de autoridad, un entremés entre gobiernos donde vale todo.

En efecto, si algo ha demostrado AMLO en su dilatada carrera política es que es un hombre muy capaz de llegar a donde otros no se atreven, incluso cruzando líneas rojas de civilidad al amparo de su autoproclamada autoridad moral y su particular entendimiento de la justicia. Él mismo lo señaló en un arrebato místico: “La ley es para las mujeres y para los hombres, no los hombres y las mujeres para la ley […] Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan en favor de la justicia”.

En su dilatada carrera política, AMLO ha demostrado que es un hombre muy capaz de llegar a donde otros no se atreven, cruzando líneas rojas de civilidad.

La novedad en 2024 será que veremos a AMLO competir no ya como el férreo opositor que fue sino como el poderoso presidente que es hoy. ¿Qué cabe esperar de él? Me parece que ya lo estamos viendo: desobedecer y deslegitimar a las autoridades electorales y erigirse en juez supremo que determine la validez de las elecciones. Ya lo ha dicho él mismo: “Tengo que defender la democracia”.

Pero en 2024 será que veremos a AMLO competir no ya como el férreo opositor que fue sino como el poderoso presidente que es hoy.

De esta forma, hay dos escenarios posibles. Uno es que gane su candidato y en ese caso dará su visto bueno y bendición. Ese ha sido siempre su estilo: sólo hay democracia cuando gana él y su partido. Pero si su candidato pierde, no podemos descartar un golpe posmoderno similar a lo que intentó Trump en 2021, lo que llevaría al país al borde de un quiebre del orden constitucional. No hay nada en la biografía política de AMLO que sugiera lo contrario. En sus cuarenta y tantos años de vida política nunca ha reconocido una derrota. Vamos, que ni siquiera ha tenido un gesto de cortesía a las autoridades electorales cuando ha triunfado. Para muestra un botón: en diciembre pasado declaró que “yo llegué a la Presidencia no por el INE, llegué a la presidencia por el pueblo. Cuando fui candidato, nunca me reuní con el INE y siempre procuré tener distancia con ellos y no creerle, porque sabía yo que eran árbitros vendidos”.

Si su candidato pierde, no podemos descartar un golpe posmoderno similar a lo que intentó Trump en 2021, lo que llevaría al país al borde de un quiebre del orden constitucional.

Empezamos ya a ver de qué va esta reforma electoral y su Plan B: son parte de una estrategia de golpeteo de AMLO a todo lo que él considera que se puede interponer al triunfo de su partido y, por ende, la posibilidad de ejercer un poder ilegítimo tras bambalinas en un futuro. De salirse con la suya, AMLO habrá dejado pavimentado el camino para que su sucesor pueda aprovechar el reparto clientelar de recursos públicos sin miedo a amonestaciones del INE, y así comprar a sus anchas voluntades y votos.

El Plan B es parte de una estrategia de golpeteo de AMLO a todo lo que él considera que se puede interponer al triunfo de su partido.

Cabe la posibilidad, por supuesto, de que no se salga con la suya y la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no permita pasar el Plan B. En ese caso, y como es su costumbre, doblará la apuesta y cargará de nueva cuenta contra el INE, intentando quizá transformar la Secretaría de Gobernación en un autoridad electoral a la sombra. Un árbitro paralelo y hechizo que dé seguimiento a la elección y presente “otros datos” que allanen el camino para desconocer un resultado adverso. Una especie de “INE legítimo” para usar su propio vocabulario.

De no prosperar el Plan B, y como es su costumbre, doblará la apuesta y cargará de nueva cuenta contra el INE, intentando quizá transformar la Secretaría de Gobernación una autoridad electoral a la sombra.

Empieza a quedar claro pues que, pase lo que pase, el objetivo último de AMLO es reventar la elección de 2024. Sea porque haya desnaturalizado al INE al dejarlo emasculado, o sea porque intente directamente escalar el conflicto institucional al límite. En cualquier caso, todo ello encaja perfectamente en su biografía política, donde una somera mirada revela que para él las elecciones son la hora del lobo, el momento del arrojo y la sangre fría.

El objetivo último de AMLO es reventar la elección de 2024. Sea porque haya desnaturalizado al INE al dejarlo emasculado, o sea porque intenta directamente escalar el conflicto institucional al límite.

Conocimos a AMLO como perenne candidato opositor, ahora le conoceremos como candidato oficialista. No le va a temblar la mano al momento de hacer lo que tenga que hacer para llevarse el triunfo. Vamos mal e iremos peor. Se viene la noche.

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