López Obrador frente al covid-19
La reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) frente a la amenaza del covid-19 ha sido errática. Primero apostó por la negación pidiendo a los ciudadanos que no dejarán de abrazarse. Luego recurrió a la sorna sugiriendo que cada quien se encomendara al santo de su devoción. Y hasta hace una semana a través de un video en youtube apelaba a la heroica, pidiéndole a los mexicanos que siguieran saliendo a fondas y restaurantes para apoyar la economía local.
Pero a medida que la amenaza del covid-19 se cierne sobre el país se empieza a delinear una estrategia de AMLO en boca de su subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud el dr. Hugo López-Gatell. Grosso modo, se trata de un acto de equilibrismo que busca ralentizar el número de infectados con un mínimo costo para la actividad económica —menguada desde la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) a fines de 2018. Como todo acto de equilibrismo, la estrategia de AMLO y el dr. López-Gatell es arriesgada y puede llevar costos altísimos. En efecto, bajo sus esquemas y previsiones se permitieron los eventos masivos Vive Latino y Hell and Heaven en la Ciudad de México el domingo 15 de marzo, para tan sólo cuatro días después —96 horas más tarde— pedirle a la población de la ciudad guardarse en sus casas. Esto es hacer política sanitaria al filo de la navaja.
La estrategia de AMLO frente al covid-19 es un acto de equilibrismo que busca ralentizar el número de infectados con un mínimo costo en la actividad económica. Es política sanitaria al filo de la navaja.
Si el gobierno está dispuesto a tomar riesgos altos, un sector importante de la población no. En esas mismas fechas, universidades y centros de trabajo tomaron la delantera y suspendieron actividades o se adaptaron al trabajo a distancia sin esperar las directivas oficiales del gobierno. La sociedad civil mexicana tiene experiencia organizándose a si misma para enfrentar retos colectivos y así lo está demostrando una vez más. Pero si en el gobierno creen que eso será suficiente se equivocan. La naturaleza de la amenaza del covid-19 es tal que se necesitará una respuesta coordinada entre la sociedad, los tres niveles de gobierno, y otros órganos del Estado —en particular el ejército mexicano. Ello no está ocurriendo. El mismo día que AMLO nos pedía acudir a fondas y restaurantes la jefa de gobierno de la Ciudad de Mexico, Claudia Sheinbaum—del mismo partido que el presidente— pedía a los residentes de la ciudad confinarse en sus casas. Todo ello mientras el ejército construye un aeropuerto —que nadie usará en meses y probablemente años— y cuando lo que tendría que estar construyendo son hospitales.
La naturaleza de la amenaza del covid-19 es tal que se necesitará una respuesta coordinada entre la sociedad y los tres niveles de gobierno. Ello no está ocurriendo.
Una de las razones por las que la ciudadanía se ha movilizado es que se ha da cuenta que la estrategia del gobierno —loable en sus objetivos pero de altísimo riesgo— tiene un punto ciego: el número de infectados. Para evitar el pánico el gobierno mexicano ha adoptado un esquema restrictivo para hacer exámenes que determinen quién está infectado y quién no. Al día 18 de marzo, en toda la Ciudad de México había ocho hospitales autorizados para hacer la prueba. Más aún, dicha prueba sólo se realizaba a individuos que hubieran viajado en días recientes a ciertos países de la Unión Europea y a ciertos estados de los Estados Unidos. En los hechos, y sin evidencia alguna, se descartó así el contagio comunitario durante semanas. El covid-19 es un enemigo invisible pero las autoridades mexicanas lo combaten con los ojos vendados.
La estrategia del gobierno —loable en sus objetivos pero de altísimo riesgo— tiene un punto ciego: el número de infectados.
En la proximas semanas sabremos si la estrategia del gobierno fue exitosa. El éxito se verá en si los servicios de salud son capaces de atender el incremento exponencial de infectados que requerirán atención médica intensiva. Por el bien de todos ojalá sea así, y la estrategia de AMLO y el dr. López-Gatell sea la adecuada. Si no lo fuese y México termina en un escenario similar a Italia, los costos humanos y económicos serán dramáticos, y se vendrán meses duros en los que el gobierno se justificará alegando que estaríamos peor si no hubiesen actuado como actuaron. Si eso llega a suceder, y cuando todo haya pasado, las autoridades tendrán que responder preguntas difíciles pues nadie olvidará que a finales de marzo el presidente aún nos pedía ir a las fondas y protegernos con supercherías.
Caveat lector: The opinions expressed in this blog are strictly personal, and do not necessarily reflect the views of Global Brief.
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