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Cae el telón en la carpa de Palacio

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Cae el telón en la carpa de Palacio

Pase lo que pase el domingo 2 de junio en las elecciones presidenciales mexicanas, una cosa es segura: la política de ocurrencias y de teatro de carpa que hemos visto estos años llegará a su fin. Me refiero a la forma en que el presidente López Obrador ha manejado la política como si fuera un programa matutino de variedades.

Pase lo que pase el domingo 2 de junio, la política de teatro de carpa llegará a su fin.

Con Xóchitl Gálvez, la candidata opositora, el espectáculo con toda seguridad se acabará. Incluso si la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, llega al poder, el estilo de comunicación política cambiará radicalmente. Es importante detenernos en Sheinbaum, pues muchos la consideran una copia de Obrador, pero eso no podría estar más lejos de la realidad. Mujer enjuta, seca de carnes, y con una sonrisa cercana al rictus doloroso, su trayectoria profesional ha transcurrido mayormente alejada de los medios, encerrada en despachos burocráticos.

Muchos consideran a Sheinbaum una copia de Obrador, pero eso no podría estar más lejos de la realidad.

La primera vez que supe de ella fue en su etapa como secretaria de medio ambiente en el gobierno del Distrito Federal (2000-2006). Cuando tenía que salir a los medios, lo hacía dándose aires de académica, colocándose intelectualmente por encima de los reporteros que cubrían la fuente. Poco ha cambiado desde entonces. Detrás del personaje populachero que se ha creado para esta campaña, se esconde la académica seria y profesional. Más aún, se nota lo incómoda que se siente entre la multitud, lo impostado de su acento, y su falta de tablas en el templete. ¿En serio alguien la puede imaginar hablando todas las mañanas durante horas y respondiendo a cuestionamientos? Yo no. Por la sencilla razón de que no es su ámbito, nunca lo fue. Para muestra, un botón: en una célebre entrevista en Tabasco perdió la compostura cuando un reportero le preguntó sobre la publicidad ilegal a su favor:

Detrás del personaje populachero que Sheinbaum se ha creado para esta campaña, se esconde la académica seria y profesional.

– ¿Usted sí sabe, en el caso de usted, quién los puso?, le pregunta el reportero.

– Sí, yo dije que en muchos lugares había compañeros que habían tomado la iniciativa de subir espectaculares y desde hace rato les he pedido que los bajen, respondió Sheinbaum.

– En el caso de Tabasco, ¿quién lo puso, quién los mandó poner?

– ¿En el caso de Tabasco, espectaculares míos?

– Sí.

– Bueno, pues hay que preguntarle a los compañeros que nos apoyan, pero ya les pedí que bajen los espectaculares.

– Hay otra cosa aquí de manifiesto, doctora: tuvo que intervenir el presidente de la república para que las corcholatas, y hablemos de su caso, reaccionaran.”

– Sí, pues, a ver. Desde hace rato nosotros hemos pedido que los bajaran y está bien que intervenga el presidente y que… y que… el presidente de nuestro partido también hizo un llamado y hacemos un llamado.

– ¿Esto confirma que es el presidente quien lleva la conducción del proceso?

– No, ¿por qué?

– Porque él dio la instrucción de que se bajaran.

– No, no dio la instrucción, dio una opinión.

– Pero ustedes la acataron.

– No, no la acatamos.

– ¿Qué hicieron entonces?

– Reconocemos la opinión y tomamos nuestras decisiones. ¡No sé por qué tanta violencia en la entrevista, eh!

– Son los temas del día.

– No, sí, ¡está muy violenta la entrevista! O sea, estamos acostumbrados a tener una conversación normal, tranquila. Entonces, ehh, así empezó. Así le seguimos.

– Son los temas del día, doctora, con todo respeto, los temas de la opinión pública nacional.

De ese tamaño es la paciencia de la “doctora” (como se hace llamar por su grado académico). No, definitivamente no es una política con la tranquilidad para dialogar con medios independientes e incluso alineados, día tras día. Más aún, por biografía e intereses intelectuales, el presidente y su elegida por dedazo no podrían ser más diferentes. El primero es un animal, no, una bestia política. Vive la política intensamente desde el más puro esquema schmittiano: amigo/enemigo. Por momentos, da la impresión de ser un hombre profundamente cabreado, pero en el fondo creo que esas batallas las disfruta. Pero lo que más disfruta es vencer a sus adversarios. Basta ver esa sonrisa tenebrosa que pintan sus labios cuando se sale con la suya.

Por biografía e intereses intelectuales, el presidente y su elegida por dedazo no podrían ser más diferentes.

Otra cosa que le gusta a este presidente saliente de su profesión es andar del tingo al tango. Tiene chincual, diría mi abuela. Le gusta pueblear, perderse en las carreteras, parar en los comedores, platicar con la gente, dejarse querer, andarse besuqueando con la que se deje. Tal como lo definió Aguilar Camín, es un político de plaza y de intemperie.

AMLO es un político de plaza y de intemperie.

Sheinbaum no.

Su biografía muestra un acercamiento a la política más accidental, entrando por la puerta trasera de la academia. Esto le ha dado una gran ventaja: le ha permitido blanquear y lavar la cara a una izquierda mexicana más bien montaraz. Sheinbaum es en ese espacio la cara seria y técnica. Lo fue en el PRD y ahora en MORENA. Un homo sapiens en un mundo de neandertales, capaz de hablar en un lenguaje sofisticado y responder a cuestionamientos altamente técnicos. Ahí está el gran contraste con su padrino político: si a López lo que le gusta de la política es la plaza, el templete, el jolgorio de campañas; a Sheinbaum le gustan los despachos, las sesiones de trabajo, las consultas entre expertos. Más que la política en si, cuyo objetivo es amasar poder, me da la impresión de que a la candidata de MORENA lo que realmente le gusta de la política es la posibilidad que ofrece de hacer políticas públicas. Fiel al personaje que se ha creado de científica, la Ciudad de México fue en sus manos un enorme laboratorio donde individuos altamente educados generaron y experimentaron con políticas públicas de salud, transporte, etc. Así fue en el tristemente célebre caso de distribución de ivermectina (mata piojos) a pacientes de COVID-19, un crimen sanitario que, sin embargo, sirvió para que un puñado de sinvergüenzas con doctorados en la nómina del gobierno de la ciudad vieran sus nombres publicados en una revista de salud pública, peer-reviewed.

Si a López lo que le gusta de la política es la plaza, el templete, el jolgorio de campañas; a Sheinbaum le gustan los despachos, las sesiones de trabajo, las consultas entre expertos.

Para López, nuestra ciudad fue una cabeza de playa para asaltar los cielos de la presidencia. Le funcionó. Le tomó tiempo, pero le funcionó. Para Sheinbaum, la ciudad fue un laboratorio de políticas públicas. Los motivan cosas distintas. A López, el poder, puro y duro. A Sheinbaum, su curiosidad intelectual. Lo dijo ella misma en un lapsus harto revelador:

Nosotros no vamos a llegar a la presidencia como lo hizo el presidente Andrés Manuel, por una ambición personal.

Para López, nuestra ciudad fue una cabeza de playa para asaltar los cielos de la presidencia. Para Sheinbaum, un laboratorio de políticas públicas.

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