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La llegada a Libia de las revueltas árabes

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La llegada a Libia de las revueltas árabes

El rico y poco poblado Estado de las Masas del Coronel Muammar El Gadaffi parece ser el tercer objetivo central de las revueltas que ya se han llevado por delante a dos Jefes de Estado árabes en los dos primeros meses del año: Zine El Abidine Ben Alí, en Túnez, y Hosni Mubarak en Egipto.

Gadaffi parece que, a diferencia de sus dos homólogos, ni va a huir ni va a pasar discretamente a un segundo plano y ha decidido resistir en la más pura tradición del revolucionario que siempre ha presumido de ser. El baño de sangre está pues asegurado, y este gran productor de hidrocarburos está poblado tan sólo por seis millones y medio de habitantes pero la naturaleza tribal de la sociedad libia hará aún más traumático el desenlace.

Las revueltas en Libia se iniciaban en la tradicionalmente convulsa región oriental de la Cirenaica, una zona que ya escapa totalmente hoy al control del poder central. Ciudades como Bengasi, Tobruz, Al Baida y Darnah, entre otras, están ya en manos de quienes movilizándose se enfrentaron a una dura represión y lograron imponerse a esta y armarse hasta los dientes. El que esta zona sea tradicionalmente islamista y que tenga frontera con Egipto es una noticia preocupante más, y ello porque la situación en Egipto aún es muy volátil. El proceso en Libia ha sido aún más rápido que en Túnez y que en Egipto: las revueltas se iniciaron el 15 de febrero en Bengasi y el 20 de febrero ya habían llegado a la capital, Trípoli. Gadaffi ha utilizado sus tradicionales exabruptos para calificar a los manifestantes y a quienes les apoyan, emplea la fuerza sin límite alguno y trata de sobreponerse a la situación pero tiene en contra tres factores.

El primero es que la socidad tribal en la que con difíciles equilibrios se ha ido sosteniendo desde 1969 está más dividida que nunca y sus prinicipales representantes ya se han manifestado contra su liderazgo. El segundo es que las Fuerzas Armadas, reflejo al fin y al cabo de tan endeble sociedad, muestran ahora más que nunca sus debilidades y no serán ni su asidero ni tampoco la tabla de salvación del país, cosa que sí fueron en Egipto. Finalmente, la toma de posición del Consejo de los Ulemas en contra de Gadaffi es ya el golpe definitivo a su liderazgo: cabe recordar que muchos cabecillas religiosos, y no sólo los más radicales, tenían ganas de pasarle factura a un líder que ha hecho proselitismo islámico por doquier, pensemos por ejemplo en Asia y en África, pero que a la vez ha sido un gran iconoclasta. Recordemos a título de ejemplo que el calendario islámico empieza para Gadaffi no en el año de la huída del Profeta Mahoma de La Meca a Medina, en el 622 después de Jesucristo, sino en el año de la muerte del Profeta, en el 632.

Ahora que embajadores, ministros y altos mandos militares le han dado ya la espalda es difícil predecir cuántos días perdurará la situación de deterioro interno en Libia, pero no podrán ser muchos. El problema es que la desaparición de Gadaffi y su clan de escena no implicará necesariamente un arranque rápido del país. Deja tras de sí a una sociedad sumida en la incultura política, y ello porque su Libro Verde y su Estado de las Masas no es sino un conglomerado de delirantes reflexiones que sólo los petrodólares mantenían vigente, y acostumbrada a ser más rentista incluso que las también rentistas y paralizadas sociedades del Golfo. Libia ha venido siendo el único Estado norteafricano que en lugar de expulsar excedentes de mano de obra hacia la emigración recibía inmigrantes: más de un millón y medio de egipcios viviendo y trabajando en Libia pueden ver ahora peligrar su porvenir, sobre todo si tienen que regresar a su país también sumido en la parálisis. Pero también tenía y tiene tunecinos y marroquíes, subsaharianos y muchos asiáticos. Estos últimos, preferiblemente musulmanes, le construyeron el Gran Río Artificial y otras faraónicas obras que quedarán como recuerdo de un líder que ha jugado un gran papel desestabilizador dentro y fuera de la región.

The opinions expressed in this blog are personal and do not necessarily reflect the views of Global Brief or the Glendon School of Public and International Affairs.

Las opiniones expresadas en este blog son personales y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Global Brief o de la Glendon School of Public and International Affairs.

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