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Curiosidades de las elecciones parlamentarias en Egipto

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Curiosidades de las elecciones parlamentarias en Egipto

La celebración de las dos vueltas de las elecciones generales egipcias, en los días 28 de noviembre y 5 de diciembre, no ha hecho sino confirmar lo que ya se venía sospechando desde tiempo atrás: que el régimen del Presidente Hosni Mubarak no quiere dejar abierto ningún resquicio para que la oposición islamista pueda instalarse en el sistema y hacerse aún más visible de lo que ya es, dominando como domina hoy en día no pocos sectores de la sociedad egipcia. El problema añadido es que esta política no sólo afecta a los islamistas sino que actúa a modo de freno para cualquier grupo o formación que no sea el gubernamental Partido Nacional Democrático.

En las elecciones generales anteriores, celebradas en un contexto general definido en el mundo árabe y musulmán por la presión estadounidense para que su Estrategia para el Gran Oriente Medio saliera adelante y poder ubicar en su seno el cambio hacia la apertura democrática en Irak con el derrocamiento de Sadam Hussein, grupos como los Hermanos Musulmanes pudieron aprovechar ese resquicio para hacerse visibles en el Legislativo. Merced a dicho impulso el movimiento islamista pudo entrar en el Parlamento egipcio con 88 diputados, y ello sin estar siquiera legalizado como partido político. Ese era el mismo contexto en el que también se celebraron las elecciones palestinas que en enero de 2006 dieron la victoria al Movimiento de Resistencia Islámica palestino, más conocido por el acrónimo de Hamas. El gran error entonces y ahora fue y es considerar que la democracia viene definida ante todo y sobre todo por la realización de comicios, sean estos más o menos correctos en su celebración, y no por priorizar la construcción de verdaderas sociedades civiles y el saneamiento político desterrando vicios endémicos como son la corrupción y el nepotismo.

En el Egipto de hoy nos encontramos con una situación descorazonadora, definida por un régimen férreamente autoritario que prepara una sucesión dinástica en lo que formalmente es una República; por un Presidente que gobierna desde 1981 utilizando como herramienta principal una Ley de Emergencia que en ningún momento ha sido derogada desde entonces; por una oposición otrora rica en matices, con partidos liberales e izquierdistas que están entre los más veteranos del mundo árabe, pero que hoy se ve reducida a unos islamistas también veteranos, pues el Movimiento de los Hermanos Musulmanes nació aquí en 1928, pero que siendo peligrosos como son van acaparando mayor y mayor influencia en la sociedad ante la represión ciega del régimen sobre todo actor que considere aunque sea mínimamente oposición.

Las cifras de las dos vueltas citadas son lo suficientemente elocuentes: en la primera vuelta el Partido Nacional Democrático obtuvo 209 de los 221 escaños en liza y en la segunda vuelta les ha añadido a aquellos 283 más: con ello, el hemiciclo de 508 escaños es ya casi monocolor, lo más probable es que los partidos opositores opten por la desobediencia civil y los Hermanos Musulmanes, privados de los 88 escaños de la legislatura anterior, se dedicarán a trabajar en los marcos que en el fondo prefieren: las calles y las mezquitas.

Este Egipto que describimos en sus aspectos políticos más recientes no es el gran país líder del mundo árabe de otro tiempo, su población de 80 millones de habitantes y creciendo tiene a unos 20 millones de ellos viviendo por debajo del nivel de la pobreza, la frustración crece y la ubicación del país como Estado pragmático que tiene que, entre otras cosas, coadyuvar a frenar la radicalización que emana de la franja de Gaza, conocida por algunos como Hamastán, en apoyo y en colaboración con Israel, no hará sino soliviantar aún más a muchos sectores de la sociedad.

El régimen opta por cerrarse las salidas, y en lugar de apoyar reformas en términos de buen gobierno y de apoyo a grupos y organizaciones políticas y sociales que sean capaces de detraerle influencia a los islamistas, sigue cerrando los ojos ante la corrupción, ahoga con medidas administrativas y fiscales a grupos políticos como los veteranos liberales de Wafd, los también liberales de Ghad, un grupo político éste bien visto por sectores varios de los EEUU y dirigido por Ayman Nour, o los izquierdistas de Tagammu, entre otros, y ofrece la lamentable imagen de unas elecciones en las que se han falsificado votos y censos, se han retirado impunemente urnas y, como colofón, el nivel de abstención ha sido extremadamente alto: votaron menos del 20% de los inscritos en la primera vuelta y menos del 10% en la segunda.

The opinions expressed in this blog are personal and do not necessarily reflect the views of Global Brief or the Glendon School of Public and International Affairs.

Las opiniones expresadas en este blog son personales y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Global Brief of de la Glendon School of Public and Internationa Affairs.

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