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La República de Yemen en el punto de mira de Al Qaida

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La República de Yemen en el punto de mira de Al Qaida

Como continuación natural de nuestro análisis anterior, el doble ataque ejecutado por Al Qaida contra funcionarios de la Embajada del Reino Unido en Saná y contra empleados de la empresa energética austriaca OMV en las proximidades de la capital yemení, el 6 de octubre, no hace sino confirmar el imparable asentamiento de la red de Osama Bin Laden en esta zona que comprende a la Península Arábiga y a la colindante subregión del Cuerno de África. Yemen es en este sentido un objetivo emblemático no sólo porque sea la cuna de la saga Bin Laden sino también por las profundas contradicciones que frenan la aplicación de una lucha antiterrorista eficaz en este castigado país árabe.

En Yemen se ejecutó, recordémoslo ahora, uno de los atentados más emblemáticos de la red Al Qaida anterior a su gran bautismo terrorista del 11-S en suelo estadounidense: el atentado suicida contra el USS Cole en el interior del puerto de Adén en el otoño de 2000, asesinando en esta acción a 17 tripulantes de dicha unidad naval estadounidense. Desde entonces Yemen ha sido escenario de acciones antiterroristas varias, una de las más destacadas la temprana utilización de un drone o avión no tripulado en 2002 para eliminar al entonces líder de la rama yemení de Al Qaida, Abu Ali Al-Harithi, y de un pulso constante entre terroristas, el Gobierno de Saná, situaciones complejas dentro de un país que aún no ha asimilado la fusión de Yemen del Norte y Yemen del Sur y su complejo mosaico de tribus y de grupos religiosos, y el interés tanto del vecino saudí como del aliado estadounidense porque la situación se estabilice. El problema es que no puede estabilizarse en falso porque las contradicciones son estructurales y la actitud del régimen del Presidente Alí Abdullah Saleh, en el poder desde 1978, no es todo lo constructiva que debiera. Yemen es un país pobre a pesar de ser productor de hidrocarburos, y ello se debe en buena medida a una corrupción oficial rampante, sufre de una radicalización que también es en buena medida responsabilidad de sus gobernantes y no sólo de la mano extranjera en términos de penetración de Al Qaida, es en este sentido también víctima en parte del activismo del vecino saudí para propagar su modelo wahabí frente a los rebeldes shiíes y frente otrora al comunismo gobernante en el antiguo Yemen socialista, y ve últimamente crecer la animosidad contra los occidentales ante la creciente implicación directa de los EEUU en términos antiterroristas ante la susodicha ineficacia del régimen.

Para los EEUU la República de Yemen es bien conocida en términos antiterroristas no sólo por el triste recuerdo del USS Cole como Somalia lo es por el Black Hawk derribado en Mogadiscio, sino que lo es en términos de actualidad porque yemeníes son la mayoría de los que aún ocupan las celdas de un Centro de Detención de Guantánamo que el Presidente Barack H. Obama quiere en vano cerrar al no encontrar dónde reubicarlos, y porque también lo son muchos de los 200 combatientes extranjeros que se supone nutren las filas de Al Shabab, la filial de Al Qaida en la vecina Somalia. Yemen aparece pues no ya como el atractivo territorio heredero de la Arabia Feliz de los antiguos, que por otro lado aún atrae a arriesgados turistas a visitar sus maravillosos rincones, sino cada vez más como un peligroso lugar del globo donde Al Qaida hace mucho que ha fijado su atención y donde las contradicciones internas juegan, lamentablemente, a favor de su asentamiento entre gentes que no ven a sus miembros como los sanguinarios terroristas que son sino como a combatientes incluso legítimos gracias al efecto combinado de una perniciosa radicalización ideológica y de un hartazgo de estar regidos por gobernantes que no buscan el bien común sino el suyo propio.

Las opiniones expresadas en este blog son personales y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Global Brief o de la Glendon School of Public and International Affairs.

The opinions expressed in this blog are personal and do not necessarily reflect the views of Global Brief or the Glendon School of Public and International Affairs.

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