Diez años de “giro a la izquierda”
La cumbre de líderes de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) concluyó la semana pasada en Bariloche, Argentina, con la difusión de una declaración conjunta sobre defensa, seguridad y soberanía. Como era de esperarse, el jefe de Estado de Colombia se retiró del encuentro con un visible malestar. Lo sorprendente ha sido, sin embargo, que ese malestar fuera más bien físico – resultado de haber contraído el virus de la gripe H1N1 – que propiamente político.
Recordemos que la reunión especial de UNASUR tenía como objetivo clave debatir las repercusiones regionales del acuerdo que Bogotá acaba de firmar con Washington para brindarle a este último acceso directo a siete bases militares en territorio colombiano (luego de que Ecuador se negara a renovar el contrato por el cual había cedido la base de Manta a los EE.UU. por diez años). Con el fuerte – y muy audible – rechazo de Hugo Chávez y de otros presidentes alineados en la franja “chavista” de la izquierda latinoamericana (que incluye al ecuatoriano Rafael Correa), era inevitable que este nuevo capítulo en las estrechas relaciones Colombia-EE.UU. profundizara las tensiones ya existentes y aislara aún más a Álvaro Uribe, el único “derechista” del grupo de doce presidentes. Pero lo que podía haberse fácilmente transformado en la escena de un duelo entre dos mandatarios que parecieran encarnar cosmovisiones antagónicas – para decirlo esquemáticamente: anti-americanismo versus pro-americanismo, socialismo versus liberalismo – terminó desarrollándose en un marco de relativa calma y sobriedad (si se hace caso omiso de los habituales excesos retóricos del líder venezolano).
Los presidentes resolvieron unánimemente abocarse a “fortalecer a Sudamérica como zona de paz”, a “fortalecer la lucha y la cooperación contra el terrorismo y la delincuencia transnacional” y a asegurar que “la presencia de fuerzas militares extranjeras [no pueda] amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana”. Con tales metas, los doce convocaron a sus ministros de Relaciones Exteriores y Defensa, al Consejo Suramericano de Defensa y al Consejo Suramericano de Lucha contra el Narcotráfico para que, en esos diversos ámbitos y con los instrumentos apropiados, se examinen las situaciones, se establezcan mecanismos de cooperación y se fomente “la confianza mutua en materia de defensa y seguridad”.
En otras palabras (y aunque los cínicos vean, tal vez con cierta razón, una mera estrategia diletante en este tipo de declaraciones plenas de buenas intenciones), hay que reconocer que, a diez años del inicio del tan mentado “giro a la izquierda” de América Latina (con la toma de posesión de Chávez en 1999), el continente no ha sido desgarrado, como muchos lo presagiaban, por la radicalización de las pugnas políticas. Por el contrario, el hecho de que Uribe haya sido instado por sus colegas a explicarse y a revelar los alcances del tratado con la Casa Blanca sin que ello deviniera en un tribunal de inquisición ideológico – en parte gracias a la influencia de Brasil y de otros países que actuaron con eficacia y responsabilidad en la esfera diplomática – demuestra que el “giro a la izquierda” no ha sido tanto un desvío del “recto camino” como un proceso de centramiento y moderación de la política.
En tal sentido, puede argumentarse que una década de izquierdas en el poder ha tenido como efecto mayor – entre otros, y más allá de ciertos aspectos problemáticos que abordaré en próximos comentarios – ahondar el pragmatismo en las relaciones internacionales y, sobre todo, consolidar el principio multilateral.
No puedo hablar de “giro a la izquierda” de la región, pues soy peronista.
Interpreto que se trata del regreso de las aspiraciones de los padres fundadores de estas tierras sudacas: que no se tome a sudamerica como zona de saqueo, ni el patio trasero de nadie.
Lo de bariloche se hizo básicamente por dos preocupaciones comunes:
1.- El nuevo ensayo de controlar a los pueblos con gobiernos titeres en la región, lease Honduras. Trátase de un experimento incruento, sin quiebre de la continuidad formal de la democracia, para instalar un gobierno tutelado, legitimado y políticamente correcto.
2.- El experimento de amarrar un gigantesco portaaviones en sudámerica (una Corea del Sur, un Vietnam del Sur), con la instalación de 7 bases militares yanquees en Colombia.
Objetivos principales de ambas iniciativas: evitar cualquier despegue, 2a.- de la tutela política (corolario de la doctrina Monroe) y 2b.- evitar cualquier desacople económico. En la mira: inmediatamente Venezuela, mediatamente Brasil.
No hay tal giro a la izquierda, ni antinorteamericanismo. Venimos de un esquema unipolar y una arquitectura de seguridad del período de la ‘guerra fría’, subordinada totalmente a USA y basada en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR y los tratados bilaterales de cooperación militar, esquema del que hoy aspiramos a salir.
Y aspiramos a salir por que en el período postguerra fría la región pasó a un escenario más multipolar (en el que entraron a tallar otros actores globales: la Rusia capitalista mantiene los viejos lazos militares con Cuba y acuerda con Venezuela y Brasil, acuerdos con la Unión Europea, con Francia, con China y su poder blando económicos) y esta complejidad debe asumirse como tal.
Estos nuevos desafíos estratégicos de seguridad y defensa, incluyendo el debate y el establecimientos de conceptos que definan las “amenzas” para la región fueron bosquejadas en las reuniones, más no en las manifestaciones públicas de los funcionarios que asistieron.
En Bariloche se manifestó la endeblez argumental que intenta vanamente justificar la presencia norteamericana en la región como custodio de nuestra libertad.
Sudamérica no es la Europa posterior a la segunda guerra con una Unión Soviética amenazante al este, con una potencialidad destructiva similar a la de EE.UU, ni la Colombia infectada por las FARC y los productores y traficantes de drogas es Alemania como para que imponga la necesidad de instalar bases militares en nuestro hinterland (umland o hinderland).
Personalmente que las FARC (que hace rato perdieron su razón de ser) deje de existir sería una muy buena noticia para mi, se les caería un pretexto. Pero la inaceptable respuesta “contra las FARC, 7 megafortificaciones yanquis” es como querer matar a una mosca con un obús, o como querer comparar una chalupa con un portaaviones.
No era de esperar que pudiera resolverse el punto más publicitado y que se utilizó como carnada para convocar el encuentro: las tropas norteamericanas apostadas en bases militares colombianas. Si, se logró el objetivo principal que era ratificar al Consejo de Seguridad del UNASUR como nivel superior de la pirámide de defensa de los países de la región. Los países analizarán el texto del convenio firmado entre los Estados Unidos y Colombia, para la ocupación de las bases militares.
En Bariloche quedó muy clarito que somos una Nación en construcción, desde hace 200 años. Nadie juega solo, nadie se despega del conjunto y nadie saca los pies del plato.
Opiniones publicadas en:
http://omixmoron.blogspot.com/2009/08/bariloche-caen-copos-de-guerra.html
http://artepolitica.com/comunidad/corolario-de-san-carlos-de-bariloche/
Estimado Omar,
Gracias por sus comentarios. Aunque respeto su punto de vista, nos encontramos en espacios conceptuales muy distintos. Claro que comparto, incluso en gran medida, su cinismo en lo que hace a muchos de los motivos de los gobiernos. Sería ingenuo pensar que ellos operan en función de elevados ideales, poco importa que sean de derecha o de izquierda. Pero al posicionarse de entrada como “peronista”, limita mucho el margen para la discusión. Como sus convicciones derivan (o fundamentan) su identidad política, no veo cómo yo (o cualquier persona que no está de acuerdo con usted) podría convencerlo de otra cosa, pues eso implicaría modificar tal identidad. Dicho esto, me atrevo a señalar un punto clave (entre varios) en el que nuestra visión del mundo diverge netamente: no creo que la razón de todos los probolemas latinoamericanos resida siempre y principalmente en la acción de la “potencias” extranjeras. ¿Existe una relación de poder a escala global? Claro que sí. ¿El capitalismo genera desigualdad, no solo entre clases sino también entre sociedades? Por supuesto, sería insensato negarlo. ¿Los malogros de la historia de América Latina se explican únicamente por la opresión europea y yanqui? Lo dudo.
Cordiales saludos,
Victor