Catálogo de lugares comunes del nuevo gobierno
Esta es una muestra de un proyecto más grande que intenta recopilar los lugares comunes y conceptos más manidos del gobierno de AMLO. Se persigue un doble objetivo: en primer lugar mostrar que hay formas de hacer política que erosionan la democracia, y en segundo que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones.
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1. Cuarta Transformación. Supuesto momento histórico que estaríamos viviendo y que se concatena con la Guerra de Independencia (1810-1821), la Guerra de Reforma (1858-1861), y la Revolucion Mexicana (1910-1920). Al hablar de una Cuarta Transformación, el gobierno de AMLO se compara no con los gobiernos que le preceden, sino con las grandes y sangrientas convulsiones que han marcado al país y que dejaron un reguero de muertos. La comparación no es trivial: revela el talante anti-democrático de AMLO al aspirar a una victoria total sobre la oposición. Ello porque para su gobierno la oposición no representa la diversidad del país, sino un villano cuyo destino último sólo puede ser la derrota —o como les gusta decir: el “basurero de la historia.”
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2. Primero los pobres. El sujeto aquí, los pobres, sería una masa compacta y homogénea de ciudadanos que carece de los medios materiales que otra masa de ciudadanos, también compacta y homogénea, disfrutaría a su costa: los de arriba. Esas son las coordenadas en que este gobierno se mueve. Este lugar común sugiere que la primera obligación del Estado es, por encima de cualquier otra, eliminar la brecha entre estos los de arriba y los pobres, sea reduciendo los ingresos de los primeros, subiendo los de los segundos, o una combinación de estrategias. Primero los pobres también evoca la exaltación de la pobreza como virtud en la tradición cristiana (acentuada en el caso de la Iglesia de Roma). Desde este punto de vista, los pobres tendrían una superiodad moral sobre los de arriba, intrínseca e inamovible.
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3. La corrupción: Para este gobierno todos los servidores públicos anteriores están bajo sospecha de ser parte de la corrupción, del presidente de la república a las nanas de las estancias infantiles. Pero ya no más: oficialmente la corrupción se empezó a desterrar del gobierno federal a partir del primero de diciembre —aunque todavía no haya habido detenidos ni tampoco se haya ahorrado un centavo por ello. Para este gobierno la corrupción es el perfecto espantajo: nadie la ha visto ni nadie sabe de qué tamaño es, pero en aras de combatirla se justifica todo incluso brincarse la ley.
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4. Viejo régimen. El gobierno de AMLO llama así a los gobiernos del PRI y PAN que le antecedieron. Esta expresión resulta del hecho de que en México los términos ‘gobierno’ y ‘régimen’ se consideran (equivocadamente) sinónimos. Se habla por ejemplo de un régimen salinista o foxista cuando en verdad deberíamos hablar del gobierno de Salinas o la administración foxista. Pongámonos de acuerdo en esto: el término ‘régimen’ debe usarse para referirse a las instituciones que regulan la lucha por el poder. En este sentido sólo hay un limitado número de ellos, típicamente la democracia, el autoritarismo, y el totalitarismo. México transitó entre 1977 y 1996 de un régimen autoritario bajo el PNR/PRM/PRI hacia uno democrático donde se han sucedido gobiernos del PAN, PRI, y ahora MORENA. El verdadero viejo régimen fue el autoritarismo de PRI, y el nuevo es la democracia que nos hemos dado.
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5. PRIAN. Expresión que combina las siglas de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, y que por largos años AMLO ha utilizado para polarizar en dos flancos el sistema de partidos en México: por un lado la izquierda encarnada en él y sólo él, y por otro la derecha donde se ubican todos los partidos que no le rinden pleitesía. La expresión amalgama en un sólo concepto a dos partidos históricamente antagónicos, y revela la aversión de AMLO hacia una de las características fundamentales de la democracia: la diversidad de opiniones. Para AMLO la diversidad es más bien síntoma de decadencia política y en el fondo es falsa: “Los moderados son conservadores disfrazados” le gusta decir.
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6. Auténtica democracia: Hay auténtica democracia cuando AMLO o su partido ganan las elecciones. Esa certeza tenemos en la vida. En contraste a la “auténtica democracia” está la democracia a secas, un régimen cuyo rasgo fundamental es la incertidumbre respecto a quién ganará.
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7. Fraude. Hay fraude cuando AMLO o su partido pierden las elecciones. “El pueblo no se equivoca” según él, y por ello sus derrotas necesariamente se explican por las chapucerías de sus adversarios. No puede ser de otra forma: aceptar la derrota sería tanto como aceptar que el pueblo se equivocó y eso es imposible. Se puede vender, eso sí. En 2012 AMLO señaló, sin aportar pruebas, que 5 millones de mexicanos vendieron su voto al PRI. En su generosidad les exculpó: el PRI se aprovechó de su pobreza.
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8. Autoridad moral. No es que AMLO tenga más autoridad que otros, es que él y sólo él la tiene. Y no le causa rubor alguno en proclamarlo a la menor provación. Esta supuesta autoridad se funda en una forma mística de concebirse como un actor histórico antes que un político corriente (que lo es); una especie de reencarnación de algún hombre santo, o para usar la expresión del presidente de la Cámara de Diputados Porfirio Muñoz Ledo, “un auténtico hijo laico de Dios y un servidor de la patria.”
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9. Me canso ganso: Demostración de fuerza y necedad cuando ya todo los análisis estadísticos apuntan a una recomendación financieramente sustentable pero contraria a los deseos de AMLO. Es su grito de fuga hacia adelante.
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10. Austeridad republicana. Eufemismo para justificar recortes presupuestales, despidos masivos, cancelaciones de obra pública, o reasignaciones presupuestales a discreción del Ejecutivo. Contra toda lógica, la austeridad republicana fomentaría que los funcionarios hagan más con menos. Ese es el caso de la UNAM, a quien AMLO redujo en más de 6% el presupuesto justificando que “Es que había mucho derroche para todo.” Vuelve aquí otra vez la noción de la corrupción como un ente omnipresente en todos y cada uno de los vericuetos burocráticos del Estado mexicano. Llevada al extremo, la austeridad republicana acabará con la corrupción acabando con la burocracia.
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Caveat lector: The opinions expressed in this blog are strictly personal, and do not necessarily reflect the views of Global Brief.
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