Con 20 millones de afectados por inundaciones nunca antes conocidas en la historia del Pakistán independiente las cosas se complican en los niveles político y de seguridad en la subregión Afg/Pak. Más de 1.600 muertos, unos 20 millones de afectados y una gran lentitud en la ayuda que genera insatisfacción e ira en la población el terreno está abonado para ser aprovechado por el islamismo radical. Tal catástrofe humanitaria se produce además en pleno mes sagrado del Ramadán, con lo que ello supone en términos de susceptibilidades.

El propio Ministro de Asuntos Exteriores paquistaní, Shah Mehmood Qureshi, advertía el 16 de agosto sobre la segura instrumentalización por los yihadistas de esta situación. Pensemos que las inundaciones comenzaron en el sensible noroeste del país, extendiéndose hacia el sur, y que lugares emblemáticos para el letal Movimiento Talibán de Pakistán como es el Valle del Swat están entre las regiones afectadas.

Cuando comenzaron las inundaciones el Presidente Asif Alí Zardari estaba de visita oficial en Francia y en el Reino Unido y muchos le recriminaron por no sacrificar su viaje oficial para volver de inmediato al país. Igual que se vilipendia hoy a las autoridades nacionales se hace con los países extranjeros, en particular occidentales, a los que se critica por no acudir raudos a socorrer a las víctimas, o al menos a no hacerlo con la diligencia que lo hicieron, incluida la OTAN, tras el terrible terremoto de hace cinco años.

Recordemos que Pakistán sigue siendo clave para el abastecimiento logístico de las fuerzas aliadas en Afganistán, tanto por el este hacia Pesawhar como por el oeste hacia Quetta, en el Baluchistán paquistaní. Cualquier alteración en el suministro sería terrible para mantener el necesario esfuerzo militar, y ello en momentos en los que el mando supremo militar sobre el terreno, el General David Petraeus, está pidiendo más tiempo y más esfuerzo, como hiciera su predecesor Stanley MacChrystal. Si a las dificultades logísticas le añadimos ahora un cultivo de animadversión contra los representantes del Estado paquistaní y contra las fuerzas extranjeras a través del incremento en la radicalización de una población que se siente marginada el escenario Afg/Pak no hará sino agravarse aún más.

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