Nuevo Año, Viejos Problemas
¿Cómo augura el 2010 para América Latina? Hay varios temas que habrá que observar en los próximos meses. Para empezar, la salida de la crisis financiera y el retorno a tasas de crecimiento que no sólo consoliden el crecimiento de la década que se termina, sino que también incidan en la distribución del ingreso y, de modo general, en la calidad de vida de sus habitantes. Hay asignaturas pendientes que más de uno querrá – por conveniencia más que por convicción –barrer bajo la alfombra, pero que sería muy imprudente soslayar: pienso en particular en la situación de Honduras. Estados Unidos y Canadá no se han lucido en esta materia y los liderazgos regionales, con algunas honradas excepciones (pero con limitaciones), dejaron bastante que desear. Honduras es un caso clave, un test para el hemisferio, en lo que hace al umbral de legitimidad que los estados latinoamericanos están dispuestos a trazar. Si Honduras va a ser el estándar regional de lo que es mínimamente admisible, hay que prepararse a ver un deterioro en la institucionalidad de otros países.
Aparte de la agenda económica y política – claro que todo está interrelacionado – está el meollo de la seguridad, que seguirá dando dolores de cabeza y que, cada vez más, entrelazará asuntos que potencian mutuamente su explosividad social: junto a la creciente militarización de la lucha contra un crimen organizado omnipresente y omnipotente, se destaca una tendencia hacia la criminalización de la protesta social y una demanda, desde la opinión pública, de “mano dura” para la delincuencia común. La espiral de violencia que de esta peligrosa circunstancia puede desprenderse, en un marco de debilitamiento institucional, no augura nada bueno para el futuro de América Latina, sobre todo si ello se potencia con polarizaciones ideológicas (como las que se manifiestan, por ejemplo, en Colombia y Venezuela). El peor escenario – una escalada sin control que haga trastabillar al Estado democrático como garante de la convivencia – no es necesariamente el más probable. Pero lamentablemente tampoco es imposible.
Caveat lector: The opinions expressed in this blog are strictly personal, and do not necessarily reflect the views of Global Brief or the Glendon School of Public and International Affairs.
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