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80,000 muertes después

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80,000 muertes después

En octubre del año pasado escribía con horror en este blog que México contaba ya más de 80,000 muertes por COVID-19 de acuerdo a cifras oficiales. Cuatro meses después, se cuentan casi 160,000 aunque la cifra real podría ser tres veces mayor, es decir casi medio millón de mexicanos.

En octubre escribía que México contaba ya más de 80,000 muertes por COVID-19. Cuatro meses después, se cuentan casi 160,000.

En aquella entrada de octubre también señalaba que la estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) había sido volar fuera de la realidad. Y es que desde marzo del año pasado viene anunciando que la pandemia se domó, que ya vamos de salida, que a México no le ha ido tan mal, que el país está dando un ejemplo en el manejo de la pandemia, y otros disparates de ese tipo. Juzgue usted si no: enero fue el peor mes de la pandemia, con las cifras más altas desde el brote de COVID-19, y en medio de todo ello el presidente salió a decir que “ya se ven las lucecitas que indican que vamos a salir del túnel en que nos metió la pandemia.”

Enero fue el peor mes de la pandemia, pese a la insistencia del presidente Andrés Manuel López Obrador de que la situación está controlada.

Así pues, mientras la tragedia se agrava, el discurso del presidente sigue siendo el mismo. El problema de fondo es que no parece querer pagar el costo político de hacerse cargo del problema. Por ello ha aparentado dejar en manos de un subsecretario el manejo de la crisis sanitaria. Pero no nos confundamos: el subsecretario es un subalterno y AMLO es su superior. Da la impresión, sin embargo, que la tarea de este funcionario no es asesorar al presidente en epidemiología, sino darle una pátina científica a las políticas del gobierno y servir de pararrayos cuando éstas fracasan. Este acto de titiritero le ha funcionado a AMLO, pero todo por servir se acaba y cada día son más las voces que le cuestionan directamente a él por su evidente dejadez.

El problema de fondo es que AMLO no quiere pagar el costo político de ponerse al frente de la crisis sanitaria.

¿Qué podemos esperar a estar alturas? Poco o nada. El presidente es un político obstinado y cambiar de estrategia o reemplazar al subsecretario sería reconocer que todo este tiempo estuvo equivocado. Pero ello no significa que la sociedad se quede de brazos cruzados. Hay que alzar la voz y exigirle a él y a su gobierno que se ponga al frente del manejo de la pandemia e implemente medidas de probada eficacia: uso obligatorio de cubrebocas, controles sanitarios en las fronteras, pruebas de detección masivas, rastreo de contagios, aislamientos obligatorios, etc. Y al mismo tiempo reordenar el gasto de gobierno para paliar la brutal crisis económica que se ha cebado en particular con los trabajadores y microempresarios del sector servicios. Nada de esto servirá, sin embargo, si el objetivo del gobierno continúa siendo tener camas disponibles, cuando debería ser reducir el número de contagios.

El presidente es un político obstinado y cambiar de estrategia o reemplazar al subsecretario sería reconocer que todo este tiempo estuvo equivocado. Pero ello no significa que la sociedad se quede de brazos cruzados.

Dice una frase atribuida a Stalin que “cuando alguien muere, es una tragedia. Cuando un millón muere, es sólo una estadística.” Así sea como pura estadística, vale la pena dimensionar el tamaño de la tragedia que vivimos los mexicanos y particularmente los citadinos. Pienso, por ejemplo, en el sismo de 1985 que se cobró la vida de aproximadamente 10,000 personas. Aquella tragedia tocó de muerte la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y despertó a la sociedad civil mexicana: frente a un gobierno rebasado y paralizado, los ciudadanos se organizaron para dar respuesta a los afectados por la emergencia.

Así como en 1985, este gobierno ha dado sobradas muestras de incapacidad para proteger a la población de la pandemia. Las cifras espantan: las proyecciones matemáticas hablan de 600,000 muertes para junio.

Cuídense. Estamos atravesando lo más crudo de la pandemia.

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