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China en Sudamérica: ¿geoestrategia o negocios? 

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China en Sudamérica: ¿geoestrategia o negocios? 

¿Qué busca China en Sudamérica? ¿Materias primas? ¿Nuevos mercados para sus empresas de tecnología? ¿Aliados internacionales? ¿Profundizar su enfrentamiento con Estados Unidos? ¿Cuáles serán las implicaciones económicas y geopolíticas del ascenso de China en la región? Durante el siglo XX, la Inversión Extranjera Directa (IED) se originaba en los países desarrollados y se dirigía hacia países en desarrollo. Así fue en el caso de Sudamérica hasta la llegada del capital chino. Estas nuevas prácticas de inversión sur-sur vienen acompañadas de discursos y   compromisos políticos que sin lugar dudas serán fundamentales en el futuro del orden hemisférico. La pregunta por lo tanto es acuciante: ¿cuáles han sido las características de la inversión China en Sudamérica y cuáles son sus implicaciones a futuro?

¿Qué busca China en Sudamérica? ¿Materias primas o aliados internacionales? ¿O quizá profundizar su enfrentamiento con Estados Unidos?

Si bien, previo al año  2000 las relaciones entre China y Sudamérica fueron limitadas, su importancia ha aumentado de manera considerable en distintos frentes. Diversos análisis se han enfocado en los crecientes flujos de comercio. En efecto, desde comienzos de siglo, el comercio entre China y Sudamérica ha venido incrementándose. En la actualidad, China se ha convertido en el principal socio comercial para países como Perú, Chile (con quienes ha suscrito acuerdos de libre comercio), Brasil, y Colombia.

Sin embargo, un elemento, menos explorado pero de creciente importancia en el actual contexto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos son los flujos de inversión chinos.

Inicialmente, las firmas chinas dirigieron sus inversiones en Sudamérica hacia sectores primarios y extractivos como como la soya, el cobre, hierro, otros minerales, madera, y cemento. Muchos de estos proyectos suscitaron críticas  e interrogantes sobre los efectos medioambientales, su sostenibilidad, y el surgimiento de nuevas dinámicas de dependencia de materias primas. Sin embargo, esta tendencia ha venido transformándose. Particularmente, la crisis financiera global que afectó a los países desarrollados motivó a las compañías chinas a diversificar su portafolio de inversiones en términos de sectores y regiones, así como a reducir la tenencia de activos en dólares estadounidenses. Por lo tanto, sus inversiones empezaron a dirigirse a sectores como el automotriz, químicos, alimentos, energía renovable, y de manera considerable hacia tecnologías de información y comunicación.

Inicialmente, las firmas chinas dirigieron sus inversiones en Sudamérica hacia sectores primarios y extractivos. Esta tendencia ha venido transformándose. Sus inversiones ahora se dirigen hacia tecnologías de información y comunicación.

Entre los años 2003 y 2019, los principales países receptores de este tipo de inversión china en Sudamérica han sido Brasil, Perú, Argentina, Bolivia, y Venezuela. De esta forma, China se ha venido proyectando al mundo como un ciber poder (cyber-power) y su estrategia a futuro está ligada al desarrollo y difusión de la tecnología 5G, el Internet de los objetos (IoT), y la inteligencia artificial (IA). Estos fenómenos tendrán un impacto significativo en la transformación digital de Sudamérica. De hecho, grandes e icónicas compañías Chinas como Huawei Technologies, ZTE, Futong Group, Xinwei Telecom Enterprise Group, and Xiaomi durante la última década han invertido de manera considerable en estos sectores en Brasil, Colombia, y Chile.

Hay también otra razón que explica la presencia china en Sudamérica: durante el último año, inversionistas chinos han enfrentado restricciones en los Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea. Esta situación ha redirigido dichos flujos hacia Sudamérica. Este desvío de flujos crea dinámicas de competencia, que en el marco de la actual recesión podrían acentuarse. Para el sector privado en Sudamérica y muchos de sus gobiernos, este fenómeno constituye una fuente alternativa de financiamiento que en el marco de los devastadores efectos del COVID-19 es percibida de manera positiva, ya que se espera que muchos de estos proyectos generen empleos y transferencias de tecnología y capacidades.

Otra razón que explica la presencia china en Sudamérica: durante el último año, inversionistas chinos han enfrentado restricciones en los Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea.

En el contexto internacional, el aumento de la influencia China en Sudamérica ha generado interrogantes en diversos círculos en los Estados Unidos que consideran a la región su área de influencia geoestratégica. ¿Estamos ante el surgimiento de un nuevo campo de batalla o una “nueva guerra fría” de tipo tecnológico?

La presencia China en Sudamérica ha generado interrogantes en diversos círculos en los Estados Unidos que consideran a la región su área de influencia geoestratégica.

No parece el caso: las características de la inversión China en Sudamérica, y sus intereses parecen más económicos que políticos. Así mismo sucede hoy día en la República Popular China, guiada, aparentemente, por el pragmatismo antes que la ideología. Sin embargo, la economía y la política vienen siempre de la mano, algo que no se puede desconocer. Una vez dicho esto, el futuro de la relación China-Sudamérica, sus resultados, e implicaciones en el marco de un escenario internacional convulsionado permanece incierto.

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