AMLO: dictador con minúscula
Nuestro presidente no es un dictador en la tradición literaria latinoamericana. Si le adjetivo así es en atención a que diariamente dicta una conferencia en la que repite incansable sus promesas, fobias, y prejuicios. Le podría decir conferencista, pero prefiero hacer cabrear a mis amigos que le votaron y hoy se arrepienten.
Las conferencias mañaneras son largos dictados que, contra lo que se anuncia, no pretenden informar del estado que guarda la administración pública.
Las conferencias mañaneras son largos dictados que, contra lo que se anuncia, no pretenden informar del estado que guarda la administración pública. Nada más lejos de ello. Son dictados de un oficialismo que todo lo quiere abarcar y todo lo quiere cambiar, así sea sin ton ni son.
Las mañaneras tampoco son, como se ha sugerido, ejercicios de rendición de cuentas en la tradición parlamentaria. Eso es falso de toda falsedad.
En las democracias parlamentarias el uso de la palabra y la rendición de cuentas está reglamentado. No podría ser de otra forma. El presidente de gobierno de España —para usar como ejemplo un país que tanto le ocupa al presidente— no está facultado para dirigirse a las Cortes cuando se le pega la gana. Ni puede tocar los temas que se le antoje. Y mucho menos puede extenderse el tiempo que él y sólo él juzgue oportuno y conveniente. Para ello hay un reglamento y una mesa directiva coordinada por el presidente del congreso que exige un quórum, organiza el orden del día, y vigila los tiempos de los oradores. Pero más importante aún, los locutores del presidente español no son medios de comunicación sino representantes populares. Cada uno de ellos representa al conjunto de los españoles, sean estos de izquierda o de derecha. Estas señorías, que así se les llama, tienen derechos y obligaciones bajo el reglamento de la Cámara. Todo lo cual permite, ahí sí, el diálogo parlamentario, la rendición de cuentas, el escrutinio público, e incluso derribar al gobierno.
En las mañaneras el organizador, anfitrión, y principal protagonista es el presidente.
Por contra, en las mañaneras, el organizador, anfitrión, y principal protagonista es el presidente. Él decide si se organizan o no, la hora y su duración, los invitados, la agenda del día, y el tiempo que se dedica a cada tema. Peor aún: él decide quiénes y qué preguntas responde. Valiente rendición de cuentas.
El fondo del asunto, sin embargo, es que sus locutores no son representantes populares. Son corresponsales de medios. Tontamente hay quienes les exigen que cuestionen al presidente y ejerzan de “cuarto poder.” Ese no es su trabajo. Su trabajo es cubrir la fuente, reportar lo que presidencia dice y no dice, y hacer preguntas zalameras o incómodas según la orientación del medio. Y no es su trabajo porque primer lugar porque no tienen las herramientas ni la autoridad para hacer de oposición. Los que las tienen son los representantes populares, esto es los diputados y senadores del Congreso de la Unión. Ellos son a quienes el presidente debería dirigirse. Ellos sí que tienen la legitimidad democrática y están el amparo del Reglamento de la Cámara para cuestionar al presidente en nombre de sus representados.
Esta es la única rendición de cuentas posible. Todo lo demás es pantomima de un presidente al que le estorban las instituciones democráticas.
Caveat lector: The opinions expressed in this blog are strictly personal, and do not necessarily reflect the views of Global Brief.
Caveat lector: Las opiniones expresadas en este blog son estrictamente personales y no reflejan necesariamente las posiciones de Global Brief.