El yihadismo salafista medra en Pakistán
Tras el asesinato del Gobernador de la provincia de Punjab, Salman Taseer, producido el 4 de enero, la muerte también acribillado a balazos del Ministro de Minorías, Shahbaz Bhatti, producida el 2 de marzo, no hace sino mostrarnos la ambición asesina del Movimiento de los Talibán de Pakistán, unas siglas TTP de siniestro recuerdo para cada vez más personas, dentro y fuera del país asiático.
Taseer y Bhatti tenían en común, como han destacado ahora muchos medios de comunicación, el haber defendido a su compatriota Asia Bibi, una cristiana acusada de blasfemia que corre el riesgo de ser ejecutada dada la pena que en Pakistán, y también en otros países musulmanes, se aplica a quienes cometen dicho pecado. Tenían también en común el ser ambos militantes del Partido Popular de Pakistán, el PPP, y, siendo Taseer musulmán y Bhatti católico, ambos eran sobre todo personas de bien, comprometidas con la modernización y la liberalización de su atribulado país. Lamentablemente los radicales han acabado con sus vidas pero, afortunadamente, no han podido ni podrán borrar su ejemplo y su testimonio. El asesinato de ambos, del primero a manos de su propio guardaespaldas y del segundo por terroristas que consiguieron huir, ha trascendido por tratarse de personalidades políticas, pero casi a diario mueren muchos de sus compatriotas, a manos de terroristas suicidas y no suicidas, poco importa esto al fin y al cabo. Sí es significativo, no obstante, fijarse en los datos más recientes de atentados suicidas por la estremecedora información que encierran: el 12 de enero un terrorista suicida provocaba 18 muertos en las proximidades de Bannu, y el 10 de febrero el terrorista era nada menos que un niño de 12 años. Este último mataba a una treintena de personas en la ciudad de Mardán. Ambos atentados se producían en la región noroeste de Pakistán, cerca de Afganistán donde el goteo de muertos sigue y el cada vez más próximo inicio del repliegue estadounidense no hace sino incrementar la preocupación de los observadores más sensibilizados po lo que allí ocurre. Radicalismo en Afganistán y radicalismo en Pakistán, reflejado no sólo en acciones violentas de pefil puramente terrorista sino también en la perduración de los crímenes de honor o en el delirante posicionamiento de muchos en casos como el susodicho de Asia Bibi.
Los dos altos cargos recientemente asesinados, con cuyo sacrificio comenzábamos nuestro análisis, se enfrentaron al obscurantismo y a la barbarie de muchos, lamentablemente sí son muchos, que consideran que dichas sentencias de muerte se ajustan al Derecho Islámico, a la Sharía, y no sólo tienen que respetarse sino que es obligado tanto cumplirlas como identificar y atacar a quienes las critican. La lacra del radicalismo ha medrado en Pakistán y en Afganistán, se extiende por Bangladesh hacia el este o hacia Irán al oeste, penetra en la India por el sur y busca y encuentra por el norte a las cinco repúblicas centroasiáticas, a la región occidental china del musulmán Xinjiang y al propio territorio de la Federación de Rusia. Como vemos la zona esta bien comunicada, y ello es lamentable cuando lo que circula es, más que flujos comerciales y humanos, ideas radicales y activistas y terroristas que las transportan y que aplican sus deleznables órdenes que siempre conllevan violencia y muerte.
Las opiniones expresadas en este Blog son personales y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Global Brief o de la Glendon School of Public and International Affairs.
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