¿Qué futuro para Bosnia-Herzegovina y Kosovo?
La culminación del proceso electoral en Bosnia-Herzegovina este mes confirma, como ya hiciera el anterior de 2006, que la desconfianza entre las tres comunidades perdura y que el deseo serbio de desengarcharse de este Estado multiétnico resultante de la cruenta guerra de los primeros noventa no tiende a remitir sino todo lo contrario. Por otro lado, los serbios de Kosovo también muestran en cuanto pueden su disgusto con respecto a la solución encontrada a esta antigua provincia de Serbia y de mayoría albanesa, que se autodeclarara independiente en febrero de 2008.
En Bosnia-Herzegovina la realización de los comicios ha permitido, entre otras cosas, poner fin a la misión militar internacional de la UE conocida como EUFOR Althea. A partir de ahora se reducen drásticamente los efectivos de algunos países de la UE desplegados en el país balcánico: para el caso español, por ejemplo, no quedará ya más de una decena de militares que permanecerán allí para entrenar a las Fuerzas Armadas de Bosnia-Herzegovina, muy reducidas en número pues cuentan con unos 10.000 miembros pero que, curiosamente, tienen alguna visibilidad exterior como es en el caso de Afganistán.
A partir de ahora presidirá el país el musulmán Bakir Izetbegovich, hijo del líder musulmán de los noventa y hombre pragmático. Él, así como el vencedor entre los croatas, cree en la necesidad de mantener el Estado como es hoy pero el liderazgo de los serbios de Bosnia, concentrados en la República Spreska, Nebojsa Radmanovic, quien sucede a Mirolad Dodik, tiene claro que es preciso que cada comunidad camine por su lado. Siendo pues los líderes de dos de las tres comunidades dominantes en este Estado de los Balcanes Occidentales partidarios de seguir juntos así es previsible que suceda, y que haya por tanto aún cierto margen de maniobra en lo que a la política respecta, pero los factores belígenos internos seguirán perdurando. Estos últimos pueden agravarse además por realidades como la corrupción y las manifestaciones de la crisis económica: el 50% de la población activa está en paro y el 20% de la población total vive por debajo del umbral de la pobreza. Todos estos indicadores, los políticos y los económicos, tendrán que verse mejorados si Bosnia-Herzegovina sigue aspirando a convertirse, cuanto antes, en miembro de la UE.
En lo que a Kosovo respecta, recordemos que las relaciones entre la población de origen albanokosovar, mayoritaria, y la serbia, minoritaria pero muy concentrada en la parte norte de este territorio que para algunos es Estado y para otros una provincia de Serbia, ha sido tradicionalmente mala y lo sigue siendo. La OTAN está presente en el territorio a través de la KFOR, y en las últimas semanas se ha visto obligada a enviar efectivos a la norteña localidad de Mitrovica tras los enfrentamientos allí producidos el 12 de septiembre. En esa ciudad, el río Ibar separa de forma natural a ambas comunidades pero no les impide que con cierta regularidad se enfrenten entre sí. Kosovo es aún una asignatura pendiente para la Comunidad Internacional, y en lo que a la UE respecta, aún hay cinco Estados miembros, España entre ellos, que no lo reconocen como Estado independiente. La futura integración de Serbia, y eventualmente de Kosovo, en la UE, sólo podría darse si un proceso negociador permite avances en términos de convivencia y de reconocimiento mutuo entre estos actores balcánicos. Aunque en los últimos meses algunos han detectado cierto pragmatismo en las autoridades de Belgrado, sobre todo después de que el Tribunal Internacional de Justicia emitiera en julio un dictamen, no una sentencia, por la que se considera que la independencia de Kosovo no es contraria al Derecho Internacional, lo cierto es que la situación es muy volátil. Serbia se ha convertido en la zona en un Estado progresivamente menguante, creándose un profundo sentimiento de agravio entre su población así como entre las comunidades serbias repartidas en Estados vecinos, y ello obligará previsiblemente a la Comunidad Internacional a tener que seguir acordando a esta región europea, y durante años, una atención que no deberá cubrir sólo el terreno económico y de cooperación sino, de partida, el terreno de la seguridad.
Las opiniones expresadas en este blog son personales y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Global Brief o de la Glendon School of Public and International Affairs.
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