Desafío terrorista en el Sahel
El asesinato del rehén francés a manos de Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico, AQMI, reivindicado el 25 de julio por el emir de los terroristas, Abdelmalek Drukdel, y hecho oficial al día siguiente por el Presidente Nicolas Sarkozy, no hace sino confirmar lo que algunos nos temíamos.
Los legítimos intentos de los Estados y de sus ciudadanos de liberar a sus compatriotas cautivos de terroristas no deben de ocultar nunca una realidad: no hay terroristas blandos y duros, humanizados y deshumanizados, y ello es así porque los terroristas son simplemente eso, asesinos que pretenden disfrazar sus crímenes detrás de supuestas causas políticas o pseudorreligiosas. El chantaje permanente al que Al Qaida central y sus franquicias regionles, como lo es AQMI que además posee el estremecedor pasado de sus predecesores argelinos GIA y GSPC, someten al mundo, debe de terminar y sólo lo hará a través de la acción concertada y contundente de Estados y de ciudadanías. Liberando terroristas presos y pagando rescates no haremos sino alimentar al monstruo, como hacemos con los piratas, bastante activos en las últimas semanas por cierto en las aguas adyacentes al Cuerno de África.
Los países africanos han tenido fama durante décadas de no ponerse de acuerdo para hacer un frente común contra sus problemas de seguridad. Ahora que se están formando frentes parciales en el Magreb y en el Sahel en ese sentido no deberíamos los no africanos debilitar dichos esfuerzos sino reforzarlos. El Centro Africano de Estudios y Análisis sobre el Terrorismo, el CAERT con sede en Argel y dependiente de la Unión Africana, realiza un loable esfuerzo teórico, investigador y operativo para dar a conocer al mundo la naturaleza de la amenaza. Por otro lado, no pocas realidades y testimonios que se dan en países musulmanes, desde Marruecos, Argelia o Malí hasta Afganistán y Pakistán pasando por Irak, demuestran cuán infructuosos, e irresponsables, son los intentos de moderar a los radicales. El antiguo jefe de los servicios de inteligencia afganos, que ha estorbado los esfuerzos dialoguistas del Presidente Hamid Karzai y ha perdido por ello su puesto, alertaba recientemente al mundo sobre el error que ya se está cometiendo concediendo a sectores Talibán y de Al Qaida una credibilidad negociadora que ni estos buscan ni en la que creen. En países puramente sahelianos como son Senegal, Malí y Níger los problemas políticos, económicos y sociales abundan y los sectores islamistas los instrumentalizan con cada vez mayor eficacia a su favor para movilizar a gentes simples que creen en mensajes maniqueos. En Nigeria las matanzas de cristianos que vienen de muy atrás en el tiempo se han visto dramáticamente dinamizadas este año, las últimas en julio, y en buena medida han sido dinamizadas por el fervor de AQMI. También en julio Kampala era el escenario elegido por los terroristas yihadistas salafistas para llevar a término su macabra promesa de atentar contra el Mundial de Fútbol, tal y como analizábamos anteriormente en este foro. En Argelia, volviendo al Magreb y al Sahel, estudios recientes demuestran que muchos de los amnistiados generosamente por un régimen que ahora cree en el arrepentimiento de los terroristas, vuelven a las andadas, y que han salido de la cárcel mintiendo para seguir adelante con su activismo radical.
El asesinato de Michel Germaneau no es sino una muestra más de lo único que los terroristas saben hacer y de lo que quieren seguir haciendo: cuanto más tarde nos demos todos cuenta de ello más terreno habremos perdido y más víctimas habrán perdido sus vidas inútilmente.
Las opiniones expresadas en este blog son personales y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Global Brief o de la Glendon School of Public and International Affairs.
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