Coordinación antiterrorista africana en el Sahel
La creación por parte de Argelia, Malí, Mauritania y Níger del Comité de Estado Mayor Operativo Conjunto con sede en la ciudad argelina de Tamanrasset es ya formalmente una realidad desde el 21 de abril, y ello tras haber sido anunciada su creación la semana pasada. Es una buena noticia por un doble motivo y ello independientemente del tiempo que pueda tomar su arranque efectivo: en primer lugar es una iniciativa multinacional africana, creada en un continente en el que no es fácil ver realizaciones concretas eficaces para dar respuesta a riesgos y amenazas transfronterizas; y en segundo lugar porque era urgente que se reaccionara desde la región al constante deterioro que se vive en el Sahel desde una perspectiva de seguridad.
A la existencia del terrorismo de Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico, que asesina, secuestra y hace proselitismo de la perniciosa ideología del yihadismo salafista se le añade el agravamiento de tráficos ilícitos en toda la región, actividades delincuenciales estas a las que cada vez se asocian más los terroristas formando una nefasta alianza que se reproduce en otros rincones del mundo con la asociación entre tráfico de drogas y actores tan distantes como los Talibán afganos, el Hizbollah libanés o las FARC colombianas. En el Sahel, a los tráficos tradicionales de seres humanos, de mercancías robadas, de armas, de diamantes o de tabaco hay que añadir desde hace relativamente pocos años el de drogas de Iberoamérica que penetran por la costa atlántica o el de las procedentes de Asia que entran en el continente por el Cuerno de África. Salvando miles de kilómetros se incorporan a los circuitos tradicionales del tráfico de seres humanos que buscan el Eldorado europeo y su camino es facilitado nada menos que por el terrorismo yihadista salafista. Todos los grupos terroristas aquí citados ven en el tráfico de drogas una doble utilidad: la crematística, de obtención de fondos, y la operativa pues es una forma adicional de combatir a su archienemigo, léase Occidente, debilitándolo con el veneno de los narcóticos y con la corrupción y el caos que les rodea.
Por todo ello es motivo de satisfacción que algunos países africanos, que sufren además más que nadie el azote del terrorismo y de los demás males, decidan coordinarse en el ámbito más urgente y necesario: el de la seguridad. Ahora lo que hace falta es que, aparte de que dicha coordinación anunciada funcione sobre el terreno, se amplíe a más países, tanto africanos como occidentales. Es bien sabido que Argelia y Marruecos no se entienden como debieran, pero es evidente que para hacer frente a las amenazas citadas es necesario el concurso de ambos. También el de otros países de la zona como Burkina Faso, Chad o Libia, los cuales aunque presentes en iniciativas subregionales recientes no se han integrado en el Comité que acaba de nacer. Ahora lo deseable es que se arbitren fórmulas para interactuar entre todos para que Al Qaida deje de tener en estas tierras africanas una de sus zonas privilegiadas de actuación.
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