Cambio en Kirguizistán
La república centroasiática de Kirguizistán es la más pobre de la subregión y sigue mostrándose también como la más inestable políticamente. Ahora, una movilización popular iniciada el 6 de abril lograba derribar del poder dos días después al presidente Kurmanbek Bakiyev, quien había accedido al mismo en 2005 a través de otra revuelta, la llamada “revolución de los tulipanes” que servía entonces para derrocar a Askar Akayev.
Desde entonces Kirguizistán había destacado por ser el país que albergaba dos importantes bases extranjeras: Kant, por un lado, utilizada por los rusos, y Manás por otro utilizada por los estadounidenses y sus aliados comprometidos en el conflicto de Afganistán desde el otoño de 2001. El deseo ruso de ver desaparecer dicha presencia militar de los EEUU, que ya se vio comprometida en febrero de 2009 cuando el Parlamento de Kirguizistán votó a favor del cierre de Manás después de que Rusia concediera al país una ayuda de más de 2.000 millones de dólares, estaría según algunos analistas detrás de la sangrienta revuelta actual que le ha costado la vida a al menos 82 personas y el cargo a Bakiyev. Rusia sólo había desembolsado una parte de la ayuda prometida y frenó los pagos al comprobar que el Presidente de Kirguizistán eludía aplicar la decisión parlamentaria y prorrogaba a los estadounidenses su utilización de la base citada.
El Primer Ministro ruso, Vladimir Putin, fue el Primer mandatario extranjero que mostró su apoyo la pasada semana a las nuevas autoridades, encabezadas por la antigua Ministra de Asuntos Exteriores Roza Otunbáyeva y que ya han prometido elecciones libres para dentro de seis meses. Curiosamente la situación va evolucionando mejor de lo esperado pues frente a los temores del Presidente ruso, Dmitri Mdevedev, de que el país evolucionara hacia una guerra civil, o de los de Washington de que perdiera el acceso a una base aérea por la que cada mes transitan 30.000 de sus soldados, el ya ex Presidente Bakiyev, que dimitía el 15 de abril tras recibir garantías para él y para sus familiares y se marchaba a Kazajstán, despejaba con su actitud cualquier escenario de resistencia armada, y Roza Otunbáyeva realizaba declaraciones tranquilizadoras sobre la continuación del uso de Manás por las tropas estadounidenses. De haber perdido Washington su acceso a esta base, ello habría comprometido su “Red de Distribución Septentrional” (Northern Distribution Network) y con ello la estrategia del Presidente Barack H. Obama en Afganistán.
Aparentemente nada ha cambiado en términos estratégicos en Asia Central con la sucesión violenta en Kirguizistán y dentro del país se abren esperanzas de que el autoritarismo y la corrupción que Bakiyev había establecido en el último lustro puedan verse disipados. No obstante la situación no está aún asentada y lo que siguen poniendo de manifiesto acontecimientos como el aquí tratado es la vulnerabilidad de Estados jóvenes como Kirguizistán, carentes de recursos, atados a potencias extranjeras y afectados por vecindades desestabilizadoras como es, en su caso, el cercano Afganistán.
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