Evita Perón: la mujer y el mito
¿Cómo explicar el peronismo a un grupo de jubilados canadienses para quienes la realidad política argentina puede ser tan lejana como la de otro planeta? Ayer tuve ante mí ese desafío. Invitado a dictar una conferencia en la “Universidad de la Tercera Edad” en el suburbio montrealense de Longueil, me encontré delante de casi cien personas ávidas de saber más sobre Juan y Eva Perón, así como sobre la actual “pareja peronista”, Néstor y Cristina Kirchner. Al disertar sobre los eventos que marcaron al peronismo, pero sobre todo al abordar el mito de “Evita” y su influencia en la política argentina (a tal punto que la presidenta actual parece, a veces, imitar sus inflexiones de la voz), pude comprobar una vez más que ciertos fenómenos sociales, más allá de sus aspectos específicos, tienen un alcance verdaderamente universal: la historia de una mujer que irrumpe en el espacio público manejando con increíble destreza – y remarcable ambigüedad – las dos caras de la feminidad convencional, la de madre y esposa leal y afectiva (el estereotipo machista del “sexo débil”) y la de mujer que rompe barreras, seduce y hasta amedrenta (el estereotipo, no menos machista, de la “tigresa”). Evita era las dos, o más bien ninguna de ellas: el secreto de su atracción radicaba en que cada admirador veía en ella lo que deseaba ver. ¿No es ese, al menos en su dimensión emocional, el secreto del populismo?
Al perfil de Evita, yo agreagía el hecho que, en aquel entonces, las mujeres ‘ del mundo artístico – no los hombres, por supuesto – eran consideradas como mujeres de “mala vida”…Tal vez este equivocado en mi apreciación…quizá esté repitiendo lo que escuchaba en casa de mis abuelas, bien radicales que eran!