De visiones y prioridades en política internacional
Esta mañana recibí en mi oficina de la universidad una caja repleta de folletos y cuadernillos bilingües (inglés y francés) con la segunda versión del plan “Canadá en las Américas: Prioridades y Progreso”. La viceministra adjunta del Ministerio de Relaciones Exteriores, Alexandra Bugailiskis, incluye en el envío una carta en la cual subraya “nuestro compromiso en las Américas” y evoca el objetivo de “construir un hemisferio más seguro, democrático y próspero”.
Esta segunda versión del plan presentado originalmente en abril pasado es el resultado, según la Sra. Bugailiskis, de una actualización efectuada luego de la Cumbre de las Américas que tuvo lugar recientemente en Trinidad y Tobago. Se trata de un documento sumamente informativo, no sólo porque presenta la “Visión de Canadá” ante las Américas, sino porque detalla los diversos vínculos que existen entre ese país del Norte y América Latina y el Caribe. Algunos datos merecen ser mencionados, como por ejemplo la importancia creciente de la inmigración latinoamericana y caribeña (11% del total de inmigrantes en Canadá) y el marcado aumento de las exportaciones canadienses a esas regiones (30% de incremento entre 2007 y 2008, excluyendo a México).
¿Cuál es esa “Visión” que se plantea la Administración Harper? Pues ésta se sintetiza en tres ejes principales: Gobernanza Democrática, Prosperidad y Seguridad. Para concretizar tal “Visión”, se proponen los siguientes instrumentos: consolidar las relaciones bilaterales, reforzar las organizaciones regionales, auspiciar las cooperaciones entre diversos socios (provincias, agencias, ONG, universidades, diásporas, etc.) y expandir la presencia canadiense a través de su diplomacia. Todos estos aspectos son pertinentes, razonables y hasta encomiables. Obviamente, mucho de esto es retórica, pero no debemos por ello desdeñarlo. ¿Acaso una “Visión” no es ante todo la expresión de ideas, valores, proyectos?
Lo interesante es preguntarse cuál el verdadero sistema de prioridades que subyace a una “Visión” que se presenta como perfectamente equilibrada y que se supone sensible por igual a todas y cada una de las facetas de la cuestión, sean políticas, sociales, económicas o humanitarias. Recordemos que la “Visión” canadiense descansa en tres pilares “interconectados que se refuerzan mutuamente”, enunciados en este orden: Democracia, Prosperidad y Seguridad.
Librémonos a un muy simple ejercicio de análisis de contenido. Tomemos el documento en su versión española (disponible en la dirección siguiente: http://www.international.gc.ca/americas-ameriques/priorities_progress-priorites_progres-Spa-Por.aspx) y observemos la frecuencia de uso de ciertas palabras. El término “seguridad” aparece 31 veces, mientras que “democracia” figura apenas 12. La palabra “comercio” ocurre dos veces más seguido que la palabra “derechos” (20 y 10 veces, respectivamente). ¿Cuál es el substantivo más empleado en el documento? “Millones” (de dólares).
Este modestísimo análisis (que podríamos elaborar con mayor sofisticación, pero intuyo que con resultados similares) permite ver cuáles son, en realidad, las “Prioridades” a las que se hace alusión en el título del plan “Canadá en las Américas”. No es que priorizar la seguridad y la economía en las relaciones internacionales sea reprochable en sí. Lo molesto es que, a veces, uno se queda con las impresión de que el discurso gubernamental de promoción de la democracia y los derechos humanos sirve sobre todo para “dorar la píldora” de los intereses geopolíticos y estratégicos.
Un agregado a mi breve texto sobre las prioridades del gobierno canadiense con respecto a América Latina. Lo actuado (o, más bien, no actuado) hasta ahora por Ottawa ante la crisis hondureña confirma, creo yo, que de los tres pilares evocados en el “Plan”, el que concierne a la “gobernabilidad democrática” no resulta tan prioritario a los ojos de la actual administración.